Bañarme en tu luz,
deslumbrante, espeza,
cargando una aroma de roble o incienso,
entrando en ciclos a la primavera,
al valle de tu fertilidad.
Con un llanto gurrutal,
nacido del deseo,
madrugas siendo selva.
Me ciegas, me hipnotizas.
Me devoras. Impacientes,
salvajes, tú y tu sexo
consumen su victima.
Que deliciosa muerte;
sabiendo que de mis manos
nacerán flores,
de mi pecho arboles,
y en tus bosques eternos amores.