Cuando tu corazón tiembla, late, corre.
Intenta escaparse de tu cuerpo
y tu mente intenta alcanzarlo,
gritando detente,
detente, morirás!
Razona a la izquierda,
justifica a la derecha
y gasta todos sus esfuerzos pasando la mayor parte del día frenándote,
para que al final no des vueltas en la cama
agotado y llorando de felicidad cuando por fin te coge el sueño,
Despiertas luego de 3 horas, curioso,
sin haber oido un ruido
de repente notando que tu corazón ha aprovechado muy bien el tiempo
aterrada, arranca la mente, nuevamente:
Detente! Detente!
Solo ahí entenderemos que el motor humano no es el pensar,
Si algo nos priva del sueño es el corazón.
Sufriremos, a veces de dolor inimaginable,
pero esta angustia es en otros momentos nuestro impulso,
y sin él seriamos máquinas o en superior instancia animales.
Late corazón mio, late, hasta que me mates.
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